Acobijo mis piernas con su tela de estrellas, acaricio mi espalda con el frío de la pradera, sollozo entre cantos, el deseo de mis caderas, queriendo estar donde nadie me espera...
Vislumbro figuras, centellas de ciruelas; sigo recorriendo el sendero que orienta mi cabellera, y aunque parezca que no esté allí, me muestra la primavera...
Puedo observar cada paso del tiempo, sobre cada una de mis pecas, porque siempre estará allí, aunque nadie lo conociera, durmiendo sobre mis mejillas, columpiándose entre mis piernas...
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