martes, 14 de septiembre de 2010

Sueños de Realidad Paralela

Allí estaba yo, caminando entre los pasillos del mismo auditorio, con gente que reconocía de otras épocas, un show que iniciaba sin marcha atrás, aplausos iban y venían, gente por doquier... al terminar el evento no pude resistir correr tras uno de los conocidos que se hallaba disfrutando del encuentro, casi íntimo y familiar, se encontraba entre el tumulto de los demás exaltados seres: un hombre de piel blanca, estatura media, cabello ondulado y canoso, tan largo que casi le llegaba a la cintura; se podría decir que su edad no sobrepasaba los 50, contextura media, usaba jeans y una camisa blanca, inspiraba paz y sobre todo amor, realmente lo conocía desde hace tanto tiempo, por lo menos así parecía serlo en ese instante. Lo abracé con ternura y él recibió mi abrazo, conversamos unos minutos y agradecí su presencia, me recordó que siempre estaríamos conectados, y nuevamente sentí paz, armonía... nos despedimos con cariño y regrese a las afueras del auditorio, varios hombres de túnicas verdes recorrían los pasillos, eran hombres de bien, insistían en estar allí por haber sentido una presencia importante y uno de ellos me acompañó al patio trasero, una mini-redoma decoraba el lugar, era de estilo antiguo pero impactante, tenía agua a su alrededor, parecía una fuente de piedra, en ese instante hice consciencia de mi misma y sentí mi cuerpo físico en la cama de mi habitación, sin embargo me hallaba en otro sitio, muy lejano, de repente ví aparecer la silueta de dos niños (uno de 6 y otro de 10 añitos aproximadamente). Al principio me puse un poco nerviosa, pero al verlos, de inmediato los reconocí, eran mis pequeñines, piel blanca, ojos claros, cabellos rubios; no dude ni un minuto en decirles cuanto los amaba, el amor que sentía por ellos era algo que nunca había sentido, pero ahí estaba yo en medio de un sueño que no parecía sueño, en medio de otra vida, pero en medio de mi misma.
Decidí tomar una planta del arroyo que estaba delante de mi, comprobar que si era un sueño no percibiría el olor, sin embargo fue el olor mas profundo y duradero que jamás haya percibido. Observé nuevamente a mis hijos, o por lo menos a quienes lo eran en esa escena, y sentí tanto amor que me quedé sin palabras, sin pensamiento alguno, fue mágico. Unos instantes después pasó delante de mi una noticia: mi esposo había acabado con mi existencia y tuve que dejar a mis dos pequeñines, aunque a pesar de la nostalgia que eso me producía, también logré  aceptarlo con calma y les sonreí nuevamente sin dejar de decirles cuanto los amaba, cuanto los amo!
En unos cuantos segundos y como si fuera en cámara lenta hacia atrás, regresé a mi cuerpo, que yacía en la cómoda cama de mi habitación. No estaba exaltada, no tenía miedo, solo sentía bienestar y algo de asombro. No pude evitar escribir estas letras, no quiero olvidar la sensación que tuve, no quiero olvidar que ellos existen, aunque probablemente siempre los encontraré... Somos almas unidas por vínculos invisibles al ojo humano, pero tan fuertes y reales que pueden marcarte la vida por siempre.

2 comentarios:

  1. Los vínculos invisibles del amor... espero estés siempre en medio de esa paz que describes... un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Gracias! Es así, vínculos invisibles del amor. Un abrazo igualmente

    ResponderEliminar