sábado, 9 de enero de 2010

Casi podía inmutarse la noche oscura, ante las palabras y destellos de dolor, sumido el deseo y el amor en un pozo marino de utopía incierta e irreal.
Intentar nadar sobre las nubes es difícil, hasta que te das cuenta que debes aprender a volar. Lo dicho de la peor forma a veces es la mejor manera, aunque sean alfileres que se clavan en una herida abierta.
La silueta del espejo se borra cuando le dejo de observar, se marcha, se asfixia, se convierte en camaleón y se torna del color que mejor le oculte. Se olvida el propio rostro, aunque se recuerden todos los demás con una leve similitud.
Callar es mejor que hablar, cuando los demonios intentan seducir los doblados pensamientos que se acobijan entre alfileres ganados.
El camino se muestra lleno de posibles montañas que algún día llegarán a convertirse en un hombre fuerte levantando el cielo con sus tierras y enamorado de las mansas aguas marinas que le acarician.
Yo sigo de pie, observando todo, sonriendo con lágrimas en los ojos, aquellas que nunca se acaban, aquellas que formaron aquel mismo fuerte y suave mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario