Todo es un juego, nos desvanecemos. Todo se transforma, nada es permanente. Somos lo que creemos ser aunque en realidad no lo seamos. Cuando estamos en la ilusión todo parece real. Y cuando estamos en lo real todo parece ilusión. Nos creemos dueños de nuestro cuerpo, cuando realmente es prestado. Dejamos de vernos por dentro y nos enfocamos en lo de afuera. Perdimos el norte y tenemos que volverlo a encontrar.
Cuando estamos ante la gente jugamos roles, pero la verdadera pregunta se mantiene ¿Quién soy? De todas esas máscaras ¿cual es la verdadera? Probablemente ninguna. Probablemente cuando estoy a solas haciendo lo que mi alma agradece (sin parloteo mental sobre el pasado o el futuro y en completa armonía) es entonces cuando soy lo que Soy. Tan abstracto, tan intangible.
Ser lo que se Es no es tan fácil como parece, porque en este mundo de ilusiones nadie quiere ver alguien sin máscara, todos juegan y te quieren parte del juego, nada es real. Todo es apariencias y status (la mayoría de las veces). Solo en la naturaleza puedes encontrarte, sin juicios, sin máscaras, solo tú y las plantas que te perciben, los animales que te observan, y el silencio que te escucha.
Presta atención a las máscaras que te pones para vivir tu realidad humana. Y pregúntate una y otra vez ¿Quién Soy? Observa la historia que te inventas ante esa pregunta, observa las máscaras y reflexiona...
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