Empecé a ver la gente de mi alrededor y a sentir la potencialidad que cada uno tenía, el chico patinetero de en frente podía ser mi hermano (que en mi vida actual no tengo), el señor de canas podría ser mi padre, en fin, todos y cada uno de los pasajeros que iban a mi alrededor, podían ser un miembro de mi familia, podía sentir ese amor por ellos, más allá de los prejuicios, eran y siguen siendo parte de este mismo planeta en el que habito.
Algunas teorías filosóficas dicen que lo que vemos afuera son solo proyecciones o extensiones de nuestra mente, que vemos en el otro lo que hay en nosotros mismos, pero esta vez, sentí algo más allá, fue una empatía con los compañeros de mi existir, o tal vez sea el reconocimiento de cada persona como miembro de una conciencia colectiva, cada uno expresando un rasgo distinto y haciendo su pedacito de tarea en el mundo. En definitiva experimentar eso fue intrigante, a la vez esperanzador, pues con esta capacidad mental podemos estar donde queramos y con quien queramos, en el momento que sea, ¿mágico, no?
Y lo más bonito de todo, es que pude estar más cerca de mi hermanita a pesar de la distancia. Espero que ella y los demás miembros de mi familia lo apliquen también. Porque a pesar de la distancia, los amo y llevo presente en mi mente y corazón.
todo lo que nos sucede es causalidad y las personas con quienes nos asociamos aunque sea por un instante, siempre es por algún motivo, la inteligencia que nos gobierna nos pone con las personas y situaciones en el momento exacto¡
ResponderEliminarsaludos¡
Interesante.
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