domingo, 29 de mayo de 2016

Lo que te pide el cuerpo - Una reflexión sobre el Yoga

¿Con qué frecuencia nos tiramos en el piso y sentimos nuestro cuerpo? ¿Reconoceríamos cada parte de éste si lo pudieramos tocar desde afuera con los ojos cerrados?

Por alguna razón los seres humanos hemos ido perdiendo el contacto con nosotros mismos (física, mental y emocionalmente me atrevería a decir). Esto ha llegado a tal punto que en el mundo occidental la práctica del yoga sonaba a rito pagano... De hecho a muchos les sigue pareciendo así... Sin embargo me he dado cuenta que la práctica del yoga, más allá de su hermosa filosofía, te pone en contacto con lo que siempre has sido: Un niño(a). Tal vez muchos no lo recordemos pero solíamos echarnos en el piso y estirar nuestros cuerpos hasta mas no poder. Hacíamos extrañas posiciones con el cuerpo y nuestros mayores nos exigían quedarnos quietos. Mayor ironía, ya que ellos mismos nos incitaron a movernos para aprender a dirigir nuestro cuerpo, pero parecía prohíbido hacerlo por diversión o sin razón alguna más que SER.

Los que me conocen saben que de niña practiqué patinaje y gimnasia artística. Siempre tuve buena flexibilidad y disfrutaba estar en contacto con mi cuerpo, estirar mis piernas, hacer maromas, estar en contacto con la tierra y salirme de los patrones que imponía la sociedad en muchos aspectos. Nunca dejé de hacerlo... Hace alrededor de 8 años empecé a practicar yoga esporádicamente, he sido regular e irregular en la práctica todos estos años, pero siempre he mantenido ese contacto con mi cuerpo. Es como si mis piernas me hablaran y exigieran estiramiento diario. Si no escucho sus señales empiezo a sentir malestar corporal casi de inmediato. Practicar yoga me ha ayudado a mantener ese contacto activo. Y aunque aún no haya alcanzado la regularidad deseada en la disciplina, me he dado cuenta que en realidad va mucho más allá de una secuencia a seguir o del tipo de yoga que practicas. Se trata de escuchar tu cuerpo, de sentir lo que pide y educarlo desde tu Yo Superior. 

Al cuerpo no hay que darle todo lo que pide, al cuerpo hay que prestarle atención y suministrarle lo que necesita para mantenerse sano y equilibrado. El cuerpo es un templo sagrado al que debemos mostrar respeto y sobre todo AMOR. Me ha tomado mucho tiempo reflexionar sobre este tema, y hoy en día sigo reflexionando pues he cometido muchos errores por falsas creencias y perspectivas sobre esto. Si el cuerpo tiene hambre hay que darle comida, pero no bajo sus condiciones, el SER que habita ese cuerpo puede decidir con qué alimentarlo diariamente de una manera saludable y también divertida. Cuando uno se deja dominar por los deseos del cuerpo, no está pensando con claridad, está siendo como un perro que no puede dejar de perseguir su propia cola o seguir el aroma de una comida que alguien más ya se comió.
Evidentemente vivir siguiendo instintos animales es más fácil (y a veces parece más divertido) que tomar consciencia y hacer lo que el espíritu o Yo Superior sabe que es lo mejor. Por eso es de suma importancia mantenerse alerta, consciente de lo que está pasando para tomar decisiones que nos generen consecuencias positivas y armoniosas en nuestra vida. Ahí es donde entra la meditación (lo que muchos intentaban hacer a través de la religión):

Respirar profundamente es una de las herramientas necesarias para reconectarse con la sabiduría del cuerpo y balancear los instintos animales que aún poseemos en el ADN. Eso es meditar, y la verdad es que necesitamos ponerla en práctica para hallar PAZ. Es todo un trabajo interno que requiere de nuestra completa voluntad. Ese trabajo de reconexión con nuestro propio cuerpo nos puede llevar a darnos cuenta que nuestra Realidad exterior es tan solo un Reflejo de nuestra realidad interior. Muchos monjes y maestros lo han dicho pero nos ha costado mucho escuchar conscientemente. Sin embargo a cada quien le llega su hora de reconexión con su Yo Superior, y todos estamos trabajando hacia ese objetivo final, aún sin a veces darnos cuentas.

Cada situación de la vida representa un reto, una excusa cósmica, como me gusta llamarla, para re-descubrirnos y re-inventarnos (o elegir deprimirnos por un tiempo, apegados a la queja, sin deseos de avanzar, creyéndonos víctimas del mundo... Tenemos libre albedrío). Pero no se trata de juzgar lo que hemos alcanzado o no, si no de por lo menos empezar a darnos cuenta del valor de cada respiro instante a instante; pues ya el pasado pasó... Los errores cometidos ya se cometieron... El tiempo se escurre entre los dedos y nosotros seguimos transformándonos día a día basados en la frecuencia de nuestros propios pensamientos y de lo que elijamos entrar en nuestra vida AHORA mismo.

Esto representa un largo viaje, un viaje para reconectarnos con nosotros mismos... Un viaje en el que conocemos a otros maravillosos seres experimentando lo mismo desde diferentes culturas y perspectivas. Seres que dejan huellas en nuestros corazones, y aunque algunos dejan huellas más profundas que otros, todos andamos en el mismo proceso cósmico de iluminación o despertar de nuestro completo potencial interior. Somos espejos. Hay espejitos de todo tipo, algunos que te hacen vibrar el corazón tanto que empiezas a creer que necesitas de otro para ser realmente feliz. Algunos te hace molestar porque así lo decidiste. Por eso me gusta escribir, porque me permite crear mis propios significados de la vida, aunque tan solo sean una ilusión. Me gusta porque me permiten estar en contacto con lo que mi verdadero Yo y mi Cuerpo somos realmente. Eso que SOMOS  que no se expresa en conceptos, eso que sigue siendo un misterio cósmico del cual estoy totalmente enamorada.



Deseo que cada lector decida reconectarse con la sabiduría de su cuerpo/espíritu a partir de ahora...
Namaste

No hay comentarios:

Publicar un comentario