lunes, 9 de noviembre de 2009

Entre aromas, sabores y recuerdos

El aroma de una rosa es como el de la piel que pretende esconderle entre su ropa, pero los sentidos no pasan por alto los recuerdos de éste; como si el jazmín olvidara los labios de quien le besa con el olfato, como si la lluvia disimulara el perfume de la tierra mojada.

Los cuerpos del cielo se funden en agua e intercambian sabores para volver a su estado solido y aroma viviente del bosque, como el amor mismo renace de los lagos con la sutileza y gracia del águila real que hay dentro de mí.

Estoy aquí y ahora, bañada en el sudor que perdí alguna vez entre los dedos del mar, con cada segundo en mi conciencia, tal como cantaba el ruiseñor del ocaso sin que yo me percatara mientras estaba aprendiendo en sus oídos.

Olvidé guardar los besos de ese dulce, el sabor de la inocencia, el placer de la experiencia, me deshice en el olvido y me reconstruí de aromas, asumí lo que soy y por poco me ahogo en la gota de un pétalo, afortunadamente me resbalé en el tiempo y caí justo en una peca olvidada, bordeando esa piel canela que no era la mía ni la de nadie.

El aroma de una rosa es como el de la piel que pretende esconderle entre su ropa...

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