miércoles, 18 de marzo de 2009

Un dilema de identidad


Día día ella tenía que soportar a su mejor amiga y a su peor rival enfrentadas por las decisiones cotidianas. Lo mas duro de soportar era saber que no se podía defender ante la vida sin estas intrépitas pero necesarias compañeras.

A medida que pasaba el tiempo, ella sabía lo dificil que sería terminar con esta guerra. Afrodita no la dejaba en paz ni un segundo, se sentía poderosamente bella, única entre todas, odiaba que existiera una mujer más bella que ella, incluso odiaba cualquier hombre que no se fijara en su belleza! Y ahora ella la había obligado a vivir con Eros, cosa que la indignaba al tener que soportar cualquier actitud que calificara como menosprecio de su belleza. Era superficial, fría y calculadora, llena de egoísmo y frustaciones reprimidas. Ni siquiera ella podría juzgar su comportamiento sin salir lastimada. La sensibilidad de Afrodita era innegable, una mujer brillante que lastimosamente se opacaba con su propio ego. Hoy mismo ella la vió discutiendo con Eros, urgando en su pasado, criticando otras mujeres, odiando todo lo que no correspondiese a su belleza. Lo que Afrodita no entendía o no quería aceptar era que el sufrimiento que la embargaba cada vez que pensaba en el pasado de Eros, radicaba en que ella misma juzgaba su propio pasado y se lo atribuía a él sin ninguna razón, probablemente para recriminarse indirectamente los errores que cometió. Afrodita nunca pudo amar a Eros, aunque intentó convencer al mundo por todos los medios, en su corazon sabía que no podía amar a nadie con tanto resentimiento y temor en su alma.

Cuando Afrodita se rendía en un profundo sueño, llegaba Atenea con su poder majestuosidad y sabiduría, llena de riqueza interior, bondad, paciencia, seguridad y amor, pero Eros no podía valorar esto de ninguna forma; no comprendía el cambio de actitud y siempre estaba a la expectativa, por lo cual Afrodita despertaba constantemente, mientras ella solo observaba detenidamente todo, como cual águila acecha su presa. Atenea siempre tenía un semblante admirable pero no podía resistirse ante el fuerte ego de Afrodita que la confrontaba más veces de lo que podía soportar.

Solo quedaba ella, la única, la verdadera, la impetuosa y callada, ella... Que esperaba intervenir algun día cuando Afrodita y Atenea silenciaran sus voces y entendieran que para alcanzar la paz humana debían aprender una de la otra para lograr el equilibrio perfecto, cosa que aun estaba muy lejos de suceder.


AFRODITA-MENTE
ATENEA-CORAZÓN
ELLA-EQUILIBRIO PERFECTO

2 comentarios:

  1. ¿esta es una sucesión de extractos de historias referentes a ella o un paralelismo entre sus tantas posibilidades a la hora de existir?

    Me inquieta conocer el siguiente post.

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  2. En el siguiente post lo entenderás :) Gracias por seguirme!

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